Por Mussio Cárdenas Arellano
En Informe Rojo
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Asesinato en Lerdo de Tejada * A Brando Arellano lo mataron sin razón alguna * La mano de Eric Cisneros * Rocío Nahle y la pifia de los 212 municipios * Ebrard no tiene dignidad
En Lerdo, como en todo Veracruz, la policía tiene vocación criminal. Y a Brando lo asesinan. Y así gestan la repulsa social, la ira con la que casi linchan a los uniformados, la quema de patrullas, el fuego en el palacio municipal.
Una bala le atravesó la yugular cuando Brando Arellano Cruz ya se hallaba en el interior del domicilio de su abuela, inerme, sin un arma, imaginando que se había librado de sus verdugos, aún en el interior de su automóvil.
Huía del asedio de la policía municipal. Le había sido marcado un alto y desoyó la orden, sabiendo cómo les va a los que caen en las manos de esa mafia uniformada, de los criminales con placa. Aceleró y comenzó a llamar, vía su teléfono celular. Hablaba con su padre, don Delfino Arellano, un maestro de secundaria, conocido por el pueblo, respetado, prestigiado, un hombre de bien.
Lo acosaba la patrulla de la Policía Municipal de Lerdo de Tejada, municipio enclavado en la región cañera, cercano a la Cuenca del Río Papaloapan. Brando logró contactar al maestro Delfino y apuraba el paso. Contaba que iban tras él, que no se frenó cuando le marcaron el alto. Transpiraba miedo. Temía ser aprehendido y luego no saber qué le podría ocurrir.
Logró llegar a la casa de su abuela. Apagó el motor. Habría tiempo de explicar por qué no frenó. Y en eso, el ataque.
La bala atravesó el medallón del automóvil. Dio en el blanco. Le rompió la vena yugular, a la altura del cuello. En un instante murió.
Aquella noche –viernes 19– Lerdo de Tejada vivió una jornada violenta. La agresión, los disparos, atrajeron a los vecinos. Vieron conmovidos, enardecidos, al padre hablándole a Brando, intentando reanimarlo, traerlo a la vida.
Vieron al profesor Delfino en su angustia, tocando sus mejillas, su cabello, estallando en llanto, abrazando a Brando que permanecía sentado al volante, deseando que fuera solo una pesadilla y no la realidad.
Arremolinados en torno al vehículo, los vecinos y amigos, los pobladores de Lerdo no tardaron en estallar contra la policía. Y de las palabras transitaron al reclamo. Y la ira los llevó al ataque. Y los golpes se tornaron en un festín de patadas contra la humanidad de cuatro de los cinco policías responsables del crimen de Brando.
Luego volcaron la patrulla. Le prendieron fuego. Y hubo quienes se fueron contra el palacio municipal donde el conato de incendio pronto se sofocó.
Las escenas, los relatos, el testimonio de uno y otro y otro, consignados en notas y videos, habría de transformarse en evidencia demoledora del actuar criminal de la policía municipal en Lerdo de Tejada, que es como actúa la policía en todo Veracruz.
La crónica de Víctor Toriz en el portal La Silla Rota describe un escenario trágico. Y retoma la ira del pueblo. Y la marcha demandando justicia. Y el sepelio en medio del dolor. Y las palabras de la madre de Brando, Érika Cruz, quien reclama:
“A ese hijo que parí hace 27 años me lo asesinaron y me lo asesinó un criminal, un criminal que no sé dónde está… Tiene que haber un culpable, alguien me lo asesinó, alguien me lo arrebató, alguien le arrebató la vida impunemente”.
Toriz recupera otras frases:
“Yo no estoy en ninguna caminata pacífica, mi caminata es del dolor. Yo no tengo ninguna caminata con ningún color, porque mi corazón está sangrando y la sangre es roja. Mi corazón está sangrando, mi dolor no tiene color, mi alma me la destrozaron.
“Hoy temo por mi vida, porque si fueron capaces de quitarme un pedazo de mi vida me pueden quitar otro pedazo de mi vida o pueden arrancar con mi vida completa, ya acabaron con un pedacito, temo por mi integridad personal”, decía Érika Cruz.
Brando dejó dos hijos. Era un joven limpio, sin queja, casado. Uno de los menores tiene siete años; la nena, un año nueve meses.
Dos días después del crimen, Brando fue sepultado. Al día siguiente, cuatro de los cinco policías implicados en el asesinato fueron puestos a disposición de la Fiscalía de Veracruz.
Morena tiene el poder en Lerdo de Tejada. Gobierna María Esther Arróniz, síndica única y alcaldesa en funciones por la ausencia de Jorge Fabián Cárdenas Sosa, el presidente municipal electo que no llegó a ejercer el cargo pues fue encarcelado, acusado de un secuestro que nunca existió, en diciembre de 2021, un mes antes de rendir protesta.
Jorge Fabián no llegó a ser alcalde por confrontarse con el entonces secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos. Fue una vendetta. Y en el fondo se hallaba el control de los principales cargos en el ayuntamiento, y uno en especial: la policía municipal.
Con María Esther Arróniz se violó y se viola la ley. Ha sido alcaldesa por más de dos años habiendo un suplente, Ángel Vichi Lara, al que también aprehendieron, señalado por extorsión y amenazas, delitos inventados para que le dejara el ayuntamiento a Cisneros Burgos, aquel al que el Ejército le detectó vínculos con grupos criminales, de acuerdo con los reportes hackeados por el colectivo Guacamaya, dados a conocer por Latinus.
Con María Esther Arróniz en la alcaldía –ilegalmente–, Lerdo de Tejada ha sido un desastre en seguridad y cuna de los desmanes de la Policía Municipal. Ahí no manda ella; manda, aún, Eric Cisneros. Y mandan los criminales, socios de la mafia de Morena.
Lerdo de Tejada es el retrato del gobierno de terror de Cuitláhuac García, solapado por su madrina, la “ingeniera” Norma Rocío Nahle García, la zacatecana que sin cumplir con el requisito constitucional de ser nativa de la entidad o hija de madre o padre veracruzanos, pretende gobernar Veracruz.
En Lerdo impera el terror. Es el sello de Eric Cisneros, que sigue mandando.
Es la marca de Morena que lleva a los inocentes a las cárceles, otorga licencia para asesinar a las policías municipal y estatal, y cercena la vida a un joven como Brando Arellano Cruz, ultimado cobardemente, por la espalda, sin haber cometido delito.
En Lerdo de Tejada, como en todo Veracruz, la policía tiene vocación criminal.
Y Morena, y Cuitláhuac, y Cisneros, y Nahle también.
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